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Fahrenheit 451, Ray Bradbury


Ray Bradbury nació Wuakegan, Illinois, en 1920. Durante su juventud no pudo asistir a la Universidad a causa de la precariedad económica, así que fue un autodidacta de tiempo completo.

Su familia se trasladó a Los Angeles en 1934 en busca de una mejor vida. También vivió algunas temporadas en Tucson, Arizona. Luego de terminar la escuela vendió periódicos en las esquinas por varios años y escribía relatos en sus tiempo libres, hasta que en 1943 decide convertirse en escritor a tiempo completo.

Sus obras más conocidas son El Hombre Ilustrado (1951), Crónicas Marcianas (1950) y la obra que comentamos a continuación, Fahrenheit 451 (1953). Es autor también de cientos de cuentos y guiones de televisión. Ray Bradbury se define a sí mismo más como un escritor de Fantasía que de Ciencia Ficción.

Fahrenheit 451 trata de una sociedad futura, no muy diferente a la nuestra, donde leer está prohibido ya que eso produce angustia y dudas en la mente de las personas, y el objetivo del gobierno es hacer que la gente sea feliz. Por tanto, se crea un estado policial encargado de vigilar a sus ciudadanos y hacer cumplir esta ley.

El título hace referencia a la temperatura a partir de la cual se quema el papel (233.7 °C). Esta novela se enmarca dentro de la tradición conocida como distópica: un futuro sombrío (contrario a un mundo libre y feliz de la utopía) donde el hombre vive gobernado por un Estado absolutista y tecnológico, a la vez que sumido en la ignorancia. Pero aún peor que eso, un hombre dormido y conforme con el estado de cosas. No obstante, y a pesar de tal situación, siempre hay una chispa de inconformismo y rebeldía que da esperanzas de cambio y libertad.

Personajes principales

  • Guy Montang tiene 30 años, de los cuales los últimos diez ha sido bombero de profesión. Está casado con Mildred y su relación con ella es fría y distante. Al inicio de la obra Montang es un bombero convencido de su papel como destructor de libros y guardián de la sociedad; pero gracias a sus encuentros con Clarisse su concepción del mundo se derrumba estrepitosamente. Guy Montang bien puede representar al hombre moderno, envuelto en una maraña de mentiras y engaños, pero que también se hace preguntas, duda de la verdad absoluta con la cual lo han obligado a vivir.
  • Clarisse McClellan tiene 17 años y se dice loca. Vive con su tío y es vecina de Montang. Es una muchacha extraña -o rara- a quien le gusta caminar y observar la naturaleza. Represente la voz de su conciencia, la inquietud que hace a todo hombre reflexionar sobre sí mismo y el mundo en que vive. Desaparece de la obra prematuramente.
  • Mildred es la esposa de Montang, una mujer totalmente alienada con el sistema y amante de los programas de televisión. Montang intenta infructuosamente hacerla caer en razón. Este personaje pone de relieve la psicología del esclavo, del conforme, del temeroso. Es quien casi que de manera consciente ha cerrado los ojos… es similar a los hombres en el mito de la caverna de Platón, quienes matan a quien les advierte que hay un mundo mucho más allá del reflejo en la caverna.
  • Beatty, capitán de los bomberos. A dedicado su vida al servicio y está plenamente convencido de la justeza de su trabajo: la importante misión de proteger a la sociedad de los libros que en su opinión, y la del gobierno, sólo sirven para crear confusión y hacer que unos pocos se sienten más que el resto. Su personaje es bastante curioso, cita de memoria pasajes de obras literarias en sus discusiones con Montang y al final, parece desear su propia muerte. Es un personaje ambiguo, por un lado, es el perfecto guardián del sistema, pero por otro lado, conoce citas literarias y es, en ese sentido, culto.
  • Faber, antiguo maestro de literatura. Lleva cuarenta años desempleado, desde cuando la Universidad donde trabajaba cerró el programa de literatura porque nadie se interesaba por él. Anciano y derrotado, permanecía encerrado en su casa hasta cuando Montang llegó a su casa para urdir un arriesgado plan, algo que le devolvió la vitalidad perdida. Faber representa el tipo de personas quienes son conscientes de la problemática, pero que por cobardía y falta de entusiasmo se terminan adaptando al sistema, aunque en el fondo de su ser, son una llama potencial.
  • Granger, antiguo escritor quien recibe a Montang cuando logra escapar de la ciudad. Granger dirige un grupo de resistencia, preparado a guardar el conocimiento hasta que la humanidad supere esta nueva edad oscura. Le explica a Montang en qué consiste esa sociedad marginada a la que llega, de hombres letrados quienes han memorizado libros enteros a la espera de mejores condiciones para imprimirlos de nuevo. Este personaje representa ese mundo oculto, otro mundo que parece imposible tras la tiránica luz del sistema.
  • El libro, es el personaje central sobre el que gira toda la trama. Unos que los quieren quemar y otros que los quieren conservar. Pero el valor del libro no radica en su existencia material en sí misma. El libro, finalmente, es un simple receptáculo del espíritu que encierra la vida y memoria del hombre. Una sociedad sin libros es como un hombre sin recuerdos.

Argumento

Era estupendo quemar

La obra inicia cuando el personaje principal, Guy Montang, termina su turno de bombero y se dirige a su casa de noche. El camino a casa es siempre solitario, sin embargo, en aquella noche se encuentra con una muchacha que deambula por la calle, pálida y vestida de blanco. Ella se presenta como Clarisse McClellan quien dice tener 17 años y estar loca.

Durante varias noches el bombero encuentra a Clarisse. Ella poco a poco le va haciendo preguntas que en principio le molestan pero que al final hacen que Guy Montang se vaya cuestionando sobre su forma de vida y de pensar. Son preguntas simples y «tontas» que caen como bombas sobre el ánimo firme y decidido que Montang pensaba tener.

Cuando Montang llega a su casa, descubre que Mildred intentó suicidarse al tomar pastillas para dormir, aunque Montang logró salvarla al llamar a emergencias. Al otro día, ella ignora el hecho y no dio crédito a las palabras de Montang.

En su trabajo, Montang se empieza a inquietar por el mundo a su alrededor. Sabueso, un perro robot con seis patas, le empieza a generar temor porque cree que está en su contra y podría hacerle daño. Sin embargo, sus compañeros no dan crédito a lo que consideran una banal paranoia.

Pasaron así varios días en que Montang no había vuelto ha saber de Clarisse, quien aparentemente había muerto, pero no se precisa si a manos del gobierno o por casualidad.

Cierto día, los bomberos recibieron una llamada de emergencia. Fuera a un lugar a las afueras de la ciudad donde una mujer conservaba escondidos muchos libros. Al llegar los bomberos la mujer se negó abandonar la casa a pesar de la advertencia de los bomberos de que incinerarían la casa con ella o sin ella. Ante las amenazas, fue la propia mujer quien prendió fuego a los libros, a la casa, y a ella misma. Montang logró ocultar un libro bajo el brazo.

Aquella escena tuvo un fuerte impacto en Montang, quien intentó salvarla. Aquella noche en su casa preguntó a Mildred dónde y cómo se habían conocido, a lo que ninguno fue capaz de recordar. Montang intentó desesperadamente hablar con ella de lo ocurrido, pero sólo encontró indiferencia. Mildred era insistente a que su marido fuera al trabajo, pero Montang ya no le encontraba sentido. En ese momento llegó el capitán Beatty, a lo que Montang se aseguró de cubrir bajo la almohada el libro que logró sustraer de la casa de la mujer.

Beatty le cuenta la historia que solo es conocida por los capitanes de bomberos. Todo inició cuando la gente se empiezó a sentir cada vez menos interesada por los libros y más por los deportes y por ser felices. Todo esto derivó en que las universidades producían más atletas que profesores, críticos o intelectuales. Y poco a poco esta última palabra tuvo connotaciones negativas, llegó a convertirse en un insulto. Así, quien leía se presentaba como superior y/o diferente a los demás… y eso no lo podía permitir el gobierno, cuyo papel era asegurar la felicidad e igualdad de sus ciudadanos. Al final de la charla, Beatty advierte a Montang que el tomar un libro y sentir curiosidad por él no era un delito grave, pero quien no lo quema en las próximas 24 horas ellos lo harán. Esto dejó helado a Montang.

Luego de su encuentro con Beatty, Montango se decidió contarle todo a Mildred y le mostró una veintena de libros que había escondido en el sistema de ventilación de la casa. En ese momento volvió a la puerta Beatty, pero Montang se reusó a abrir la puerta. Ella estaba atónita, sentía temor de los libros como si de una infección se tratara, pero él sólo le pedía que le dieran una oportunidad a los libros, solo durante un día los dos. Mildred se resistía por el temor de ser incinerada, al final accedió de mala gana.

La criba y la arena

Montang lee algunos pasajes de los libros, pero sin entender su contenido. Necesita de alguien quien le ayude a comprender y Clarisse ya no está. Así que recuerda que hace más o menos un año se encontró en un parque a un viejo sospechoso de llevar un libro. Montang lo que hizo en ese momento fue ir al lado del viejo y charlar con él, a fin de investigarlo. Anotó su dirección y su nombre, Faber. Guardó aquella información en su carpeta de «Futuras Investigaciones» y afortunadamente nunca dio aviso del caso.

Logró contactar con el viejo quien le dio tres reglas para entender los libros: a) calidad, información que muestra los poros de la vida, sus detalles microscópicos… por eso han llegado a ser tan molestos; b) ocio para asimilarla y c) emprender la acción con lo que hemos aprendido.

Ante la incredulidad de Faber, Montang le propone conseguir libros, o más preciso, si tanto valen la pena, imprimirlos. En tono irónico, Faber le dice que el plan sería imprimir libros y dejarlos en los cuarteles de bomberos a fin de que las sospechas cayeran sobre los incendiarios. Montang gustó mucho de la idea, y a pesar de las negativas de Faber, lo terminó convenciendo. Urdieron un plan, pero primero Montang debía volver a su vida normal, los detalles lo irían haciendo poco a poco. Faber le dio a Montang un pequeño aparato que debeía colocar en su oreja con objeto de mantener constante comunicación.

Luego de ese encuentro, Montang sacó quinientos dólares que tenía en su cuenta para entregarlos a Faber, quien contactaría con un antiguo impresor de la Universidad. Habían vientos de guerra, bombarderos surcaban los cielos y millones de hombre eran enviados al frente. Montang llegó a su casa, donde poco después llegaron la Sra. Phelps y la Sra Bowles. Montang no resistió la conversación banal y absurda de las tres mujeres. Encolerizado, llevó un libro a la sala y se los mostró a pesar de las advertencias de Faber que eso podría dar por tierra el plan. Mildred intentó explicar la situación aduciendo que a los bomberos les daban un libro cada año para que vieran lo absurdo que era, pero que lo quemaban de inmediato. Les leyó un poema a lo que la Sra Phelps lloró desconsolada y la Sra. Bowles salió indignada de la casa.

Montang se sintió luego avergonzado, pero ya no había marcha atrás. El siguiente paso era enfrentar al capitán Beatty. Así que al siguiente turno, Montang le entregó el libro que había hurtado del incendio. Beatty le hablaba y le argumentaba de lo tontos y contradictorios que eran los libros, siempre intimidándolo. Montang estuvo todo el tiempo angustiado, pero gracias a la voz de Faber al otro lado le dio ánimos y paciencia para seguir adelante.

Fuego vivo

Los bomberos recibieron una llamada rutinaria de emergencia para ir a quemar libros. Pero Montang se llevó una sorpresa: la casa que querían incinerar era ahora la suya. Beatty se mofó y le dijo que por querer volar alto se le habían quemado las alas. En ese momento sale Mildred de la casa con maletas y a toda prisa; Montang infirió que habría sido ella quien había dado aviso. Beatty le confiesa que no ha sido sólo ella, sino también las Sras. Phelps y Bowles.

Beatty obligó a Montang a quemar su propia casa con un lanzallamas. Faber intentaba infructuasamente ayudar a su amigo por medio del intercomunicador, pero todo era muy rápido y confuso para él. En cierto momento, Beatty dio un golpe a Montang para que reaccionara, increpándole por qué había hecho lo que había hecho. En aquel forcejeo, cayó de la oreja el auricular con el que se comunicaba con Faber. Beatty lo recogió y amenazó a Montang con hallar al interlocutor y juzgarlo, a lo cual Montang reaccionó y le exigió que no lo hiciera, abriendo el seguro del lanzallamas. Beatty le retó con insistencia y le amenazaba con capturar a su amigo.

Beatty dio un paso hacia Montang, se produjo entonces una llamarada y Beatty se convirtió en una antorcha humana cayendo al suelo, dando vueltas sobre el césped. Montang había incinerado a Beatty y al intercomunicador con él.

Se volvió luego hacia sus compañeros a quienes ordenó quitarse el casco, les golpeó en la cabeza y los dejó inconscientes para emprender la huida, no sin antes luchar con Sabueso quien le atacó en una pierna, pero al final lo incineró también.

En el jardín encontró cuatro de los libros que había ocultado. Los tomó y emprendió la huida por un callejón oscuro. Tomó un auricular para escuchar todo lo que iba sucediendo respecto a su búsqueda. Supo que un nuevo Sabueso iba tras su rastro.

La guerra había estallado. Instintivamente, Montang llegó a la casa de Faber de quien recibió ropa y ayuda. Acordaron reunirse en St. Louis para continuar con sus planes.

Luego de muchas peripecias, Montang logró llegar hasta el río en donde perdió el rastro del otro Sabueso. Río abajo salió de la ciudad hasta encontrar la línea férrea, media hora después encontró a un grupo de «vagabundos» junto a una hoguera, profesores de Harvard, Cambridge y otras universidades.

De este curioso grupo, Montang recibió comida y algo de beber. Ellos le dijeron que lo estaban esperando porque seguían las noticias. También, le tranquilizaron al decirle que ya no lo buscarían más, puesto que en las noticias la búsqueda se dirigió al norte en donde un hombre cualquiera hizo las veces de Montang y fue asesinado, con lo cual el caso estaba cerrado. El gobierno no podía darse el lujo de reconocer que había escapado y realizaron aquel montaje.

De aquel grupo, un antiguo escritor de nombre Granger, le explicó que cada uno llevaba en su cabeza un libro hasta cuando la situación cambiara de nuevo. Ya la humanidad había salido de una era oscurantista y esta no sería la excepción. Cuando hubiesen mejores condiciones, le contaba Granger a Montang, cada quien dictaría su libro para imprimirlo de nuevo.

A la mañana siguiente, una lluvia de misiles y bombas destruyeron la ciudad por completo hasta hacerla polvo. Montang se conmovió pensando en Clarisse y Mildred, aunque de Faber sabía que habría salido hacia St. Louis y probablemente estaría bien. Por ahora, solo les quedaba continuar su camino.

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